En medio de la Bahía de Chamela, frente a las costas del pintoresco pueblo de Punta Pérula, emerge uno de los destinos más sorprendentes y aún poco explorados del Pacífico mexicano: Isla Cocinas. Con sus arenas blancas, aguas color turquesa y un entorno completamente virgen, esta isla deshabitada se posiciona como una joya del ecoturismo en la región de la Costa Alegre de Jalisco.
Este rincón natural, sin hoteles, restaurantes ni tiendas, promete a los viajeros una experiencia auténtica, lejos de las multitudes. Conocida por su atmósfera serena, Isla Cocinas es perfecta para nadar, practicar esnórquel, remar en kayak o simplemente relajarse bajo una sombrilla con vista al mar.
Una travesía breve hacia lo esencial
Acceder a la isla toma apenas 20 minutos en lancha desde Punta Pérula, y el precio del transporte ronda entre $120 y $250 MXN por persona, aunque también hay opciones de renta por lancha para grupos. Los tours organizados, como los ofrecidos por Via Rio Grande Tours o Pacific Adventures, facilitan la experiencia desde ciudades como Puerto Vallarta o Guadalajara.
Una vez en la isla, el tiempo parece detenerse: no hay señal, no hay ruido, solo la naturaleza en su estado más puro. La mayoría de las visitas se limitan a dos horas, pero ese breve lapso basta para explorar sus senderos naturales, observar aves marinas, bucear entre corales o tomar fotografías que parecen postales.
Naturaleza intacta… y responsabilidad compartida
La isla forma parte del santuario natural de la Bahía de Chamela, hogar de una rica biodiversidad terrestre y marina. Por ello, llevarse la basura, usar protector solar biodegradable y respetar la flora y fauna local no son recomendaciones, sino reglas básicas para conservar este ecosistema frágil.
No hay comercios, por lo que es indispensable llevar comida, agua, equipo para actividades acuáticas y sombra propia. Algunas embarcaciones ofrecen sombrillas o renta de palapas por aproximadamente $250 MXN.
Un escape diferente y sustentable
Isla Cocinas ha sido descrita como un “pequeño Cancún sin hoteles”, un lugar donde se pueden vivir momentos de absoluta paz sin perder el encanto del mar mexicano. Su popularidad ha crecido en redes sociales, pero todavía conserva esa cualidad de “tesoro escondido” que tanto buscan los viajeros modernos.
Aunque algunos visitantes critican los aumentos en los costos de transporte y el tiempo limitado de estancia, la mayoría coincide en que la isla vale cada minuto y peso invertido. Eso sí, conviene negociar con lancheros confiables y llegar temprano, sobre todo en fines de semana.
Dónde hospedarse
La isla no cuenta con alojamiento, pero Punta Pérula, a escasos kilómetros, ofrece desde Airbnbs económicos hasta hoteles como Casa Tilmacalli o complejos con alberca como La Joya de Chamela. El entorno es ideal para completar la experiencia con gastronomía de mariscos frescos, recorridos por otras islas o visitas a playas cercanas como Careyitos.
Un destino para quienes buscan lo esencial
Isla Cocinas no ofrece lujos. No tiene Wi-Fi, ni bares, ni souvenirs. Pero eso es justamente lo que la convierte en un destino único: una conexión directa con el mar, la tierra y el tiempo en su forma más pura. Si estás listo para apagar el mundo por unas horas y abrazar el silencio y la belleza natural, esta isla te está esperando.