Con la reducción del presupuesto para el 2020 de 42.6 por ciento, la Secretaría de Turismo ha quedado reducida a una oficina de gestión o a un ente burocrático que lejos de coadyuvar para que la actividad turística se consolide como un motor de crecimiento económico, entorpece las acciones que el sector privado y los gobiernos estatales emprenden para mantenerse en el ánimo de los turistas y las inversiones, además de que cada vez más se resiente el impacto que significó la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México ( CPTM).
El titular de Sectur, Miguel Torruco, piensa que los prestadores de servicios turísticos son tontos y que los inversionistas se creen los falaces argumentos que exhibe al justificar la caída de visitantes extranjeros por el retraso en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, cuando todos saben que la decisión de no proseguir con las obras del aeropuerto de Texcoco, ha representado un golpe mortal no solo a este sector, sino en general a toda la economía del país, ya por el extraordinario costo que representa cubrir los bonos y contratos incumplidos, ya por la pérdida de confianza y credibilidad en el gobierno de la 4T.
El desplome del PIB en este año es el resultado, entre múltiples razones, de la cancelación del nuevo aeropuerto y con la desaparición del CPTM, pues se impuso el peor escenario para el turismo
Ahora con la reducción del presupuesto federal de la Sectur, habría que decir que en el sexenio de López Obrador, la señal que se manda es que, por un lado, esta dependencia debe desaparecer para convertirla en oficina de apoyo a la Secretaría de Economía y por otro, que el turismo no le interesa al señor presidente.
Si se trata de economizar, la solución es que desaparezcan la mitad de las secretarías de Estado, al convertirlas en direcciones generales sectorizadas a otras dependencias.
Cada vez es mayor la inconformidad entre los empresarios del ramo por la falta de acompañamiento de Sectur en sus proyectos productivos, pero sobre todo en la presencia oficial que debe tener México, tanto en las ferias internacionales como en la misma promoción turística.
Presidentes van y vienen y todos aseveran que ahora sí le van a apostar al turismo, sin embargo, a la hora de los hechos, castigan más a esta actividad.
En la historia de la Sectur y en el mismo desarrollo e impacto económico que tiene el turismo, ninguna administración, ningún gobierno le había hecho tanto daño como el que ocasionó Andrés Manuel López Obrador y su esbirro Miguel Torruco.
El dejar de usar el marketing como una extraordinaria herramienta de atracción de divisas, inversiones y turistas, ha condenado a todos aquellos mexicanos que trabajan en la industria sin chimeneas a ver afectadas permanentemente sus fuentes de trabajo.
Quintana Roo se adelantó a los sucesos y creó su propio Consejo de Promoción Turística. Aun así, con el sargazo y la inseguridad han visto reducidos sus índices de ocupación e ingresos.