23 de November de 2024 New York

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Chiapas tiene uno de las poblaciones más antiguas y bellas de México: Chiapa de Corzo

Chiapa de Corzo, Chiapas es  un hermoso Pueblo Mágico considerado una de las poblaciones más antiguas del continente americano, pues se fundó en marzo de 1528.

Este sitio colonial de tradición y cultura, enmarcado con la calidez de su gente, constituye una de las ciudades más bellas del Estado de Chiapas; localizada a tan sólo 15 minutos de la ciudad capital; su valor radica en su historia, debido a que fue la primera ciudad fundada por los españoles durante el siglo XVI.

 

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Al inicio fue habitado por los españoles que llegaron al estado pero, debido al caluroso clima de la región estos decidieron migrar a lo que hoy es San Cristóbal de las Casas, de esta forma, la antigua Chiapa quedó habitada en sus inicios por los frailes Dominicos y los indígenas de la región, por lo que era llamada “Chiapa de los Indios”. Su nombre actual le fue puesto en honor de Don Ángel Albino Corzo, destacado político liberal chiapacorceño.

Su belleza arquitectónica se basa en estilos barroco y mudéjar, ejemplo de esto es la Fuente de la Pila que, inspirada en estilos árabes y elaborada únicamente con ladrillo, decora la Plaza Principal. Este Pueblo Mágico conquista a los viajeros con sus coloridas tradiciones y bellos edificios, pero sobre todo por ser la puerta de entrada a una de las maravillas naturales más impresionantes de todo México: el Cañón del Sumidero.

 

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De Chiapa de Corzo, sobresale el conjunto mudéjar formado por La Pila, fuente de refinada inspiración morisca hecha en ladrillo, única en Iberoamérica; el templo de Santo Domingo y el edificio conventual anexo al mismo, ahora sede del Museo de la Laca, así como las ruinas del templo de San Sebastián.

La plaza principal está rodeada por portales, el edificio del H. Ayuntamiento Municipal y la casa de Don Ángel Albino Corzo, filial liberal del Primer Congreso Constituyente. La plaza alberga también la secular ceiba o pochota, árbol sagrado, que la tradición la relaciona con la fundación de la ciudad, también se localiza en ella, la torre de reloj, imitando a la arquitectura de la fuente o pila misma.

Otros de los puntos de interés que posee la ciudad, son sus capillas de barrio como la de San Jacinto o El Calvario, que guarda un magnífico retablo renacentista tallado en madera con el tema de la Crucifixión; las ruinas del templo colonial de San Sebastián o las ruinas prehispánicas de las épocas preclásica y clásica y el Museo de la Marimba, perteneciente a la familia Nandayapa Vargas, quienes siguiendo con la tradición familiar de elaborar marimbas, ofrecen a quién los visita, un recorrido por el taller, en donde se aprecia la madera en su estado natural y su evolución, paso a paso, hasta convertirla en el artístico instrumento de talla internacional, inclusive, la Familia Nandayapa, da a conocer una completa conferencia de los orígenes y evolución de la marimba, que tanto hace vibrar las emotividad y alegría chiapaneca.

 

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En el lugar destaca su fiesta tradicional en enero, Los Parachicos la que es catalogada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

La tradicional Fiesta Grande de Chiapa de Corzo tiene lugar del 8 al 23 de enero de cada año en esta localidad mexicana. La música, la danza, la artesanía, la gastronomía, las ceremonias religiosas y las diversiones forman parte de esta festividad en honor de Nuestro Señor de Esquipulas y de dos santos del catolicismo, San Antonio Abad y San Sebastián Mártir, siendo especialmente honrado este último como el santo patrón de los parachicos.

Las danzas de los parachicos –término con el que se designa a la vez a los bailarines y al tipo de baile que ejecutan– se consideran una ofrenda colectiva a los santos venerados. Los bailarines recorren toda la localidad llevando las imágenes santas y visitando diversos lugares de culto, y sus danzas comienzan por la mañana y finalizan de noche. Con máscaras de madera esculpidas, tocados con monteras y vestidos con sarapes, chales bordados y cintas de colores, los bailarines van tocando unas sonajas de hojalata llamadas “chinchines”. Los dirige un patrón portador de una máscara de expresión severa, una guitarra y un látigo, que toca la flauta acompañado por uno o dos tamborileros.

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