Por Alma Rosa Guerrero
Puebla sorprende por su gran número de sitios maravillosos que hay por descubrir. O redescubrir. En esta ocasión toca el turno de Tlatlauquitepec, pueblo mágico de la Sierra Norte del estado, que forma parte de la región de Teziutlán.
Los atractivos naturales, históricos, arquitectónicos y las actividades que ofrece este municipio son sensacionales, aunque lo más destacado, sin temor a equivocarse, es su gastronomía, una de las más exquisitas en la región.
El nombre de Tlatlauquitepec proviene de los vocablos náhuatl tlatlahui (colorear) y tépetl (cerro), que al unirse en una sola palabra se traduce como “en el cerro rojo o enrojecido”.
En los inicios del siglo XVI, el pueblo estuvo habitado por los olmecas; más adelante se asentaron grupos toltecas y durante la expansión del imperio azteca arribaron los chichimecas, quienes se negaron a ser sometidos por su gobierno.
Tlatlauquitepec se distingue por sus templos religiosos y de veneración, entre estos el Santuario del Señor de Huaxtla –cuya construcción data del año 1701–, una iglesia grande que semeja una cruz latina con bóvedas de concreto; así como el Exconvento Franciscano de Santa María se la Asunción, el cual comenzó su edificación hace 490 años.
Pasear por su centro histórico es otra de las actividades placenteras que se pueden realizar.
Su plaza de armas está rodeada de portales y de una amplia variedad de árboles y flores de la región; además ofrece una magnífica vista hacia el Cerro Cabezón. En cuanto al palacio municipal, este tiene más de 200 años y albergó al primer hospital del pueblo en 1872.
La instalación en esa área del tianguis tradicional, que se lleva a cabo desde la época prehispánica, es otro punto de interés, pues en él se comercializan artesanías y productos típicos de la localidad.
Por otra parte, la Presa de la Soledad, con su puente colgante de 100 metros de altura y el avistamiento de luciérnagas en los meses de mayo y la Cascada del Tenexate son dos lugares cercanos a Tlatlauquitepec ideales para pasear en lancha, practicar rápel y acampar.
La comida deliciosa en la zona está garantizada. Desde las tradicionales carnes ahumadas (pollo, costilla, lomo) pasando por la paila (carnitas con cueritos), hasta la trucha, el mole ranchero y los tlayoyos rellenos de alverjón. También es imperdible el café artesanal que se produce en los alrededores.
Este pueblo mágico tiene como característica una variedad de climas única, que va desde el frío en el sur, pasando por un clima templado y luego el clima cálido en el norte, por lo que la recomendación es llevar prendas apropiadas para lidiar con los cambios de temperatura.