México guarda rincones donde el tiempo parece detenerse y las leyendas cobran vida, y uno de los más cautivadores es el Pueblo Mágico de Pátzcuaro, un destino que combina historia prehispánica, herencia colonial, arquitectura, gastronomía y tradiciones vivas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los orígenes de Pátzcuaro se remontan al siglo XIV, cuando los purépechas fundaron aquí una de sus ciudades más importantes. El nombre del pueblo significa “la puerta del cielo”, pues se creía que era el punto de ascenso y descenso de los dioses, lo que convirtió a este lugar en un centro ceremonial clave.
Con la llegada de los españoles, la ciudad revivió gracias a Don Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán, quien trasladó en 1539 la sede del obispado a Pátzcuaro. Aquí erigió la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, fundó la primera universidad de México y el Colegio de San Nicolás, hoy convertido en el Museo de Artes e Industrias Populares.

La influencia colonial no solo marcó la historia religiosa, sino también la arquitectura urbana que permanece intacta en la actualidad. Pasear por el centro histórico de Pátzcuaro es encontrarse con casas de adobe y teja, callejones empedrados, plazas arboladas y majestuosos edificios barrocos y neoclásicos.
Entre sus joyas destacan el Templo del Sagrario (iniciado en 1693 y terminado dos siglos después), la Casa de los Once Patios —antiguo convento de monjas catarinas convertido en un centro cultural y artesanal— y el Antiguo Colegio Jesuita, del siglo XVI, uno de los más antiguos de la Nueva España.

La Plaza Vasco de Quiroga, corazón del pueblo, sorprende por ser la segunda plaza colonial más grande del país y, a diferencia de otras, no estar rodeada de templos religiosos, lo que la convierte en un espacio único dentro de la traza urbana novohispana.
Además, Pátzcuaro ofrece una experiencia completa con lugares emblemáticos como el Mercado de Pátzcuaro —donde cocineras tradicionales conquistan paladares con recetas ancestrales—, la Biblioteca Pública Gertrudis Bocanegra, el Teatro Emperador Caltzontzin, el Hospital de San Juan de Dios y la Plaza de San Francisco.
Visitar Pátzcuaro es viajar al pasado sin dejar de disfrutar el presente. Sus tiendas de artesanías, sus restaurantes de comida michoacana, sus plazas llenas de vida y sus árboles centenarios hacen de este Pueblo Mágico un destino inolvidable.
En cada rincón, Pátzcuaro guarda una historia, una leyenda y una tradición que invitan a descubrir por qué este lugar es una auténtica joya de Michoacán y uno de los destinos más fascinantes del turismo en México.